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Sólo quisiera agradecer a mi tiempo libre la capacidad de aburrirme lo suficiente como para mantener éste blog.

8 may 2013

Miércoles

Sí, es miércoles, miércoles por la noche, para ser algo más concretos.

Buenos días, hoy vengo a decir que no es por la mañana (?)

Pues bien, resulta que el otro día iba yo por la calle, tranquilamente y sin haber tomado setas, y aparece el cabrón del vecino diciendo que su cortacésped no arrancaba. Y me diréis '¿Qué tiene de raro que el vecino se queje de algo?' Pues tiene mucho de raro ò_ó
Para empezar no tengo demasiados vecinos, y no los conozco como para saber si son cabrones o no y, para más inri, me pregunté yo qué puñetas hacía el vecino hablándome del dichoso cortacésped en ruso. Yo tampoco sé cómo le entendí, pero bueno, será cosa de las setas que no tomé, igual debí tomarlas...

El hecho es que tras ese pequeño incidente entré en una pastelería. Qué delicioso olor desprendía, se notaba que estaba todo recién hecho, bueno, casi todo. Aquél pastel de...cosa marronosa con moscas no creo que fuera del día, y para colmo la gente se agolpaba en el mostrador para pedir un trozo.
La verdad es que cada vez entiendo menos a la humanidad. Pero bueno, después de salir de la pastelería con mi preciado berberecho caramelizado (es a lo que iba ahí, se me olvidó mencionarlo) me crucé con un grupo de quinceañeras histéricas gritando a las pantallas de sus calculadoras mientras iban por la calle. Tecleaban a toda velocidad, digo yo que tendrían muchas ganas de acabar los deberes, o algo, y cuando les salía bien se emocionaban, ¿qué se yo?

Más tarde decidí que era hora de comer, así que fuí a la redacción del periódico local, me dijeron que había buenas noticias y malas noticias, así que decidí que lo mejor que podía hacer era restregar las portadas recién impresas del suplemento de moda por las vidrieras de la oficina del gerente.
Después de aquello a nadie pareció importarle que yo no hubiera tomado setas, aunque sí noté que se fijaban mucho en mi indumentaria, no sabía yo que el traje oficial de la raza humana al nacer fuera algo  a criticar... Me sentí muy incomprendido, a día de hoy sigo sin comprenderlo.
Después de que llamaran a un señor con sombrero que me amenazó con arrojarme a las fieras, o algo así, pensé en irme, pero justo al salir llegó un autobús lleno de colegiales que se me quedaron mirando, así que trepé por el árbol más próximo para refugiarme, no me gustan los críos...

El señor del sombrero volvió a gritarme en un idioma incomprensible, así que ahí ya no pude más, le dije que su hija hacia muy buenas lentejas (aunque no fuera verdad él se plantearía si de verdad tenía una hija que supiera hacer lentejas). Me dirigí a la estación del metro, pero estaba inundada, así que llamé un taxi con el teléfono de un transeúnte cercano, que se quejó, pero no pareció importarle al contemplar mi genial indumento, eso sí, me recomendó que me cambiara de ropa, ya que parecía que iba a llover, y algo de más abrigo me iría bien. Haciéndole caso pasé por una tienda de bricolaje a mi vuelta a casa, compré un precioso abrigo de pelo sintético verde que picaba un poco, pero hizo el apaño, volví a subir al taxi y me encaminé hacia casa.

Una vez en casa decidí que era hora de sacar al taxista del maletero, si no no podría volver a conducir su taxi hasta su respectiva base de taxis ni irse a casa después.

Una vez en casa decidí que era mejor darse una ducha, así que arrastré los pies por la acera y luego me cubrí de telarañas de una viga. Una vez aseado me metí en la cama y, estando tan cansado como estuve ese día, no me extraña que durmiera tanto. Por la mañana (más bien a medio día) un par de días después me desperté, me levanté de la bañera y me hice un buen tazón de colacao, procurando no ensuciar mucho el bidé. Me senté en el sofá y encendí el microondas. Me encanta la programación de mediodía...

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