Un espontáneo

Y en la soledad de la luna, de la lluvia de madrugada, de la verde planicie manchada de terribles presagios y cruel silencio tallado en espantosas sombras de hermosas y malolientes flores.
De las azules aguas del firmamento nieva la muerte y el escarmiento, por la nauseabunda frondosidad de la llanura, desde el final de los tiempos llueve la amargura de mi desdichado ser, que se revuelca y regurgita en una orgía de silenciosos gritos al cielo estrellado, a la vil planicie, a la malévola soledad de estar acompañado.